lunes, enero 31, 2005

Injusticias

Estoy IN-DIG-NA-DA así con mayúsculas, y pudiera parecer que es algo que no me importa, pero SI me importa… ahí les va, cuando empecé a trabajar en mi empleo actual llegué novatísima, toda mi carrera me había desempeñado en la industria privada, el destino y Dios (si Dios, por que yo jamás me hubiera imaginado trabajando aquí) me trajeron al gobierno.
Mis actividades, al principio, sin mayor trascendencia fueron aumentando, me fui relacionando, aprendí que en esto, quien si no te adjudicas el trabajo nadie te dirá que hacer, así que comencé ayudando aquí y allá, preguntando como hacían esto o aquello, hasta que encontré actividades que me gustaron, y que jamás me imagine que pudiera suceder (atender las peticiones ciudadanas en las sesiones de Cabildo, organizar eventos masivos, gestionar becas para personas de escasos recursos), además de las que ya tenía experiencia y que son, digamos, mi fuerte, como lo son la contabilidad, la administración y las compras. La adaptación fue difícil, nada era sencillo de obtener, pero como a todo se acostumbra uno (excepto a no comer) llegó el momento en que creí saber como funcionaba todo.
Hace unos días corría el rumor de un recorte de personal, pensé que podría salir yo, era la más novata del equipo y, siendo objetivos, de la que podían prescindir por que otros podían absorber sus funciones, como no estaba en mis manos, pues me dedique a trabajar.
Finalmente llego la quincena, y con ella las noticias de las personas que se irían, gracias a Dios trabajo para no volverme loca en mi casa, y no por mera necesidad (por que sería una mentira decir que no la tengo; digamos que con mi sueldo puedo solventar mis gustitos, y mi marido me mantiene a mi, y a la casa), de pronto vi llorar a una amiga, embarazada, comprendí que a ella le había tocado el reajuste, me dio tanto coraje e indignación, y no solo por su situación, sino por que es ella la que mas ganas le echa a todo, la que con infinita paciencia escucha las quejas, peticiones y, a veces, hasta regaños de los ciudadanos a los cuales servimos, es ella quien se preocupa por conseguir cosas que el gobierno no puede costear, pero su calidad de maestra universitaria le permite obtener en otros lugares, cosas que la gente no sabe, ni se imagina, pero que su jefe si lo sabe. Como contraparte, hay personas que cobran y no trabajan, y a las cuales no les pasa NADA, su única gracia es conocer a la persona indicada; eso es lo que me tiene indignada, por que se que no solo pasa aquí, sino que sucede en muchos sitios, públicos y privados.

Siempre queda la esperanza de que mañana sea mejor, que haya menos injusticias y más conciencia social y laboral, a esa idea me aferro.